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sábado, 11 de julio de 2009

Zimbabwe-Sudáfrica: pesadilla en la frontera

Alice Kakwindi y Grace Chimhosva esperando en Beitbridge.



Sudáfrica eliminó en abril el requisito de visa para los zimbabwenses con el fin de facilitar el ingreso de personas que huyen de la crisis en ese país. Pero, para Alice Kakwindi, Grace Chimhosva y muchas otras, entrar a territorio sudafricano se convirtió en una pesadilla.
En las dos ocasiones que visitaron la localidad sudafricana de Musina, debieron pasar un promedio de 18 horas mientras las autoridades del puesto de Beitbridge inspeccionaban sus bienes. Antes pasaron unas cuatro horas en trámites de aduanas e inmigración.
“El proceso es ahora muy lento. Llegamos a la una de la mañana. Son las 12 del mediodía y todavía estamos aquí”, contó Kakwindi a IPS. Las dos comerciantes viven de comprar y vender todo tipo de productos que escasean en Harare, la capital zimbabwense.

Puesto fronterizo de Beitbridge
Los gobiernos de Sudáfrica y Zimbabwe firmaron un acuerdo el mes pasado eliminando el requisito de visa, permitiendo que los zimbabwenses ingresen a territorio sudafricano durante 90 días para buscar empleo.
La medida es considerada un importante paso hacia el libre movimiento de personas en África austral.
Desde entonces, el puesto fronterizo de Beitbridge, el más ocupado de la Comunidad para el Desarrollo de África Austral (SADC), prácticamente está paralizado debido al inmenso número de inmigrantes.
Las autoridades sudafricanas señalan que el número de zimbabwenses que intentan cruzar la frontera aumentó de 3.000 a 7.000 por día. Pero el mayor problema está del lado de Zimbabwe, donde los inmigrantes esperan un promedio de 10 horas para pasar.
Aunque muchos zimbabwenses están agradecidos por la eliminación del requisito de visa, creen que se deberían facilitar los trámites mejorando los recursos humanos en los puestos de entrada. “El problema es que la medida no ha sido respaldada por un incremento en el número de personas que trabajan en la frontera”, señaló Kakwindi.
El puesto de Beitbridge ahora parece un gran mercado de automóviles. Las largas y sinuosas filas de coches se han vuelto algo habitual. Llegan a medir más de un kilómetro, y los vehículos se mueven a paso de tortuga.
Muchos viajantes atribuyen el ritmo lento de los trámites a las nuevas medidas introducidas por el gobierno de coalición en Zimbabwe contra el contrabando.
“Estas requisas tienen el objetivo de proteger los ingresos fiscales, la salud pública y la seguridad, entre otras cosas”, explicó a IPS la comisionada de servicios corporativos de la Autoridad de Rentas Públicas de Zimbabwe (ZIMRA), Faith Jambwa. Añadió que las inspecciones de los bienes son parte de la rutina en los puestos fronterizos.
La ZIMRA inspecciona lo que lleva cada persona que cruza las fronteras zimbabwenses.
“Muchos han estado contrabandeando bienes al país sin pagar aranceles. Esconden sus bienes bajo los asientos de los autobuses. Es por esas personas que se introdujo esta política”, afirmó un supervisor de ZIMRA, que pidió no ser identificado.
Los funcionarios de ZIMRA toman alrededor de una hora para registrar un solo autobús. El supervisor añadió que las operaciones fronterizas se han visto afectadas por la falta de artículos de papelería. “Frecuentemente nos quedamos sin papeles, como formularios o declaraciones juradas”, dijo a IPS.
Funcionarios de aduanas y de inmigración además se quejaron de no tener suficientes empleados para realizar las requisas a los vehículos y así cumplir con las estrictas normas del nuevo gobierno.
Durante la visita de IPS al puesto fronterizo, había tensión entre las personas que intentaban ingresar a Sudáfrica. Muchos discutían con los funcionarios de aduanas.
Los zimbabwenses que intentan cruzar con tarjetas de identidad en vez de pasaporte agravan la situación. A pesar de que ahora no se necesitan visas, el costo del pasaporte es de unos 310 dólares, demasiado alto para muchos de los habitantes de Zimbabwe, donde un funcionario público gana 100 dólares al mes.

Como si todo esto fuera poco, los puestos fronterizos todavía no han sido computarizados.
Para Kakwindi y Chimhosva, todo esto significa que ahora tienen que reducir el número cruces a Musina para comprar bienes para reventa. “Solíamos viajar dos veces al mes, pero ahora tenemos miedo por las demoras en la frontera”, señalaron.

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