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martes, 1 de marzo de 2011

Kenia: cuando seis pares de gemelos son una "maldición"

Para cualquier padre criar a doce hijos puede ser una empresa difícil; para Gladys Bulinya es toda una batalla debido a que en la zona de Kenia donde vive muchos consideran a los gemelos como una maldición.
Sus familiares se han distanciado y su marido la abandonó, temeroso de que ella estuviera maldita, después del nacimiento de la sexta pareja de mellizos el año pasado. Ahora, la mujer de 25 años de edad vive sola con 10 de sus 12 hijos en una casa de una habitación y techo de paja, a pocos kilómetros de la orilla del lago Victoria.


Sentada frente a su pequeña casa en el pueblo de Nzoia, Gladys recita la fecha de cumpleaños de sus hijos con facilidad. "John y James nacieron en 1993", empieza protegiéndose los ojos de los rayos del sol.

Gladys Bulinya explica que ella quedó embarazada en la escuela secundaria pero que su novio era demasiado joven para casarse con ella. Su pena se volvió horror cuando su propia familia le ordenó entregar a los bebés en adopción. Le dijeron que los Bukusu, grupo étnico al que pertenece su familia, creen que los hermanos gemelos traen mala suerte y que, a menos que uno de ellos muera, acarrean una muerte segura para uno o ambos padres.
La tradición bukusu de eliminar el segundo gemelo ya no se practica, pero en ocasiones el infanticidio se siguen reportando en las zonas rurales del oeste de Kenia.

Matrimonio arreglado

Por suerte, Bulinya dice que cuando el padre del ex novio -que pertenece a un grupo étnico distinto, los Kalenjin- se enteró de que los gemelos habían sido abandonados, los tomó y se ha ocupado de ellos desde entonces.


Pero los problemas de Gladys no se detuvieron ahí. Cinco años más tarde se enamoró y se casó con un maestro de escuela primaria. Ella vivía con la familia de su esposo cuando dio a luz a sus segundos mellizos, Duncan y Dennis. Por el temor ante lo que consideraban un mal augurio -y de que alguien fuera a morir- la familia política la arrojó de la casa. "Me pusieron en un taxi-motocicleta con mis gemelos y me mandaron a la casa de mi padre", dice.

Una vez más, sin embargo, no encontró apoyo de su familia que la maldijo, y ni siquiera le permitió entrar a la casa. Con rapidez se organizó otro matrimonio, esta vez con un hombre 20 años mayor que ella. El hombre estuvo de acuerdo con la alianza, dice ella, ya que no tenía esperanzas de casarse a su edad.
Pero nacieron más gemelos

"Mercy y Fe nacieron en 2003, Carren e Ivy en 2005, Purpose y Swin en 2007", explica Bulinya.

Fue el nacimiento de Baraka y Prince el año pasado lo que acabó por hacer que el marido la abandonara.
"Ahora tengo que hacer un montón de pequeños trabajos para alimentar a mis 10 hijos, porque no sé dónde está él, incluso, si estuviera aquí ya él es demasiado viejo para trabajar," manifiesta.

"Sin remordimientos"

Algunos de los niños asisten a la escuela local. Las gemelas de cinco años se turnan para cuidar a los bebés de cinco meses, Baraka y Prince, mientras su madre limpia parcelas o lava ropa de los vecinos.

Duncan, de 11 años de edad, cuida el ganado de un profesor jubilado. La ración mensual de maíz que recibe por sus funciones de pastoreo es suficiente para alimentar el resto de la familia. A su mellizo, Dennis, por su parte, le dieron una beca en un internado privado cercano. "He decidido patrocinar a uno de ellos, que es todo lo que me puedo permitir", dijo a la BBC Margaret Khanyunya, directora de la Academia San Iddah.

Pero incluso la benefactora Khanyunya es crítica con respecto a la situación de Bulinya. "Ella debió haberse sometido a una esterilización al descubrir que los hombres la estaban usando y abandonando", remarca.  Gladys Bulinya dice que no se arrepiente de nada y ve a todos sus hijos como una bendición de Dios. Y admite que ha sido esterilizada aunque regañadientes, "contra los deseos de mi iglesia", al no poder hacerle frente a la responsabilidad de tener nuevos hijos.

"Yo soy católica. Cuando tomé la decisión le pedí perdón a Dios y estoy segura de que Dios entiende y me perdona por haber hecho esto", afirma.  Lo otro que la hace infeliz, dice, es la ausencia de sus gemelos de 17 años de edad. Ella llora cuando recuerda el último encuentro que tuvo con ellos, hace dos años, durante la ceremonia de circuncisión de los jóvenes, un rito que marca el paso de la adolescencia a la adultez.

La tradición dicta que cada uno de los padres entregue a su hijo a los ancianos de la comunidad. "Fui invitada y se me pidió dos veces que escogiera a mis hijos de entre una multitud de 30 muchachos", explica. "En ambas ocasiones seleccioné al chico incorrecto y mi corazón aún sufre cada vez que pienso en ese día".

1 comentario:

Samaiaui dijo...

Increíble lo que ha vivido esta mujer. Que fortaleza tan admirable y que resignación a todos los arreglos matrimociales a los que se ha visto obligada. Me duele muchísimo que la mujer esté en estos países tan oprimida. Ojalá algún día todo cambie y puedan tener voz.

Samaiaui
http://www.nuestraadopcionunembarazodiferente.blogspot.com/

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