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viernes, 1 de noviembre de 2013

El "carnicero" de Kampala

Más conocido como ‘Big Daddy’, se calcula que en su régimen más de 500 mil personas fueron cruelmente asesinadas, muchas de ellas terminaron en su plato. Presidente de Uganda de 1971 a 1979, Idi Amin llegó incluso a declarar: “Me gusta la carne humana porque es más blanda y salada y el Corán por religión, en un banquete es lo que más extraño cuando estoy fuera de mi país”.

Durante sus ocho años de régimen dictatorial, murieron alrededor de 500 mil personas y Uganda quedó sumida en una profunda crisis económica. Al final, permaneció exiliado 20 años en Arabia Saudita. Siempre se mostró reticente a hablar de su vida previa a la llegada al poder. Dentro del ejército consiguió suscitar admiración, proclamándose en diez ocasiones campeón nacional de boxeo en la categoría de pesos pesados.
Idi Amin decidió implantar en Uganda un régimen que combinara los principios del sagrado Corán con una visión izquierdista y profundamente antioccidental. El resultado fue la creación de una de las peores dictaduras del siglo XX, en la que, paradójicamente, sus propias esposas experimentaron sufrimientos reales que dejaron de manifiesto que, en ocasiones, las primeras víctimas de un tirano son las mujeres que se encuentran cerca de él y sus propios descendientes.

Uganda era aún colonia británica cuando un oficial blanco descubrió que uno de sus soldados había alojado a dos mujeres en su acuartelamiento.

Como el reglamento sólo permitía tener una esposa, el oficial inquirió a su subordinado sobre las causas de aquella irregularidad. La respuesta fue indicar que no había quebrantado ninguna norma porque si la primera era su mujer legal, la segunda era su dada, es decir, su hermana mayor en lengua suajili. Fue así como aquel personaje recibió el apodo de Dada, que unió a su nombre de Idi Amin.

Nacido en Koboko (1925), en una familia musulmana de la tribu kakwa, la vida de Amin iba a girar en torno a los extremos que aparecen dibujados en la anécdota anterior: la violencia, la manipulación de la verdad y el sexo promiscuo. En 1946, se alistó en los Rifles africanos del Rey, una unidad colonial del ejército británico cuyo cuartel se hallaba en Langata, cerca de Nairobi. La elevada estatura de Amin (casi 1,90 metros) y su corpulencia le hicieron destacar entre los demás reclutas. Al servicio de los británicos en Somalia, norte de Uganda y Kenia, Amin demostró ser un soldado despiadado muy útil para intervenir en conflictos como la represión de la revuelta de los Mau-Mau. Pero no brillaba por su inteligencia y durante los años 50 fue la razón de que no pudiera pasar el examen para ascender a sargento.

En esa época, sus superiores británicos estuvieron a punto de llevarle ante un consejo de guerra por las atrocidades que había cometido acostumbraba a introducir pañuelos en las gargantas de los detenidos o a amenazarles con la amputación del pene, aunque el proceso de descolonización lo impidió.
Amin llegó al poder en 1971 con un rápido y sangriento golpe de estado contra el presidente Milton Obote, de cuyo gobierno fue jefe del ejército.

Convencido de que grupos extranjeros podían intentar algo en su contra, se rodeó de más de 23 mil guardaespaldas, no abandonó la jefatura del ejército y fue expulsando o matando a todos los que veía como posibles enemigos.

Fue calificado por sus críticos de “paranoico” y “megalómano”, Amin se convirtió en el primer líder africano negro que rompió relaciones con Israel, hasta entonces principal aliado de Uganda.

Antes de que llegara al poder en 1971, ya había dado muestras de ser un soldado despiadado. Sus superiores estuvieron a punto de llevarle a un consejo de guerra por las atrocidades que cometía con los prisioneros: les metía pañuelos en la garganta hasta ahogarlos, los sometía a castigos inhumanos y a muchos les amputo los órganos sexuales. Pero lo que hizo durante la dictadura rebasó todos los límites. Ordenaba la retransmisión televisada en directo de sus oponentes, a los que hacía vestir de blanco “para verles mejor derramar la sangre”.

En una ocasión, su ministro de Justicia llegó a contradecirlo públicamente. La leyenda urbana es que el funcionario, después de ser sometido a fuerte reprimenda televisada y a una tortura despiadada, se convirtió en el plato fuerte de un banquete que se ofrecía en palacio.

Se consideraba una máquina sexual. En una ocasión, le envió un mensaje a la reina Isabel de Inglaterra, de la que se consideraba amigo, en el que se refería a ella como “Liz” diciéndole: “Deberías venir a Uganda si quieres conocer a un hombre de verdad”.

Esposas e hijos
Sus esposas tampoco se escaparon de su crueldad. Su primera esposa, Kay, fue asesinada y luego desmembrada en el interior de un automóvil. Sus brazos y sus piernas fueron cosidos al revés y fue exhibida durante muchos días como ejemplo de la crueldad a la que el dictador podía llegar. El también llamado “Carnicero de Kampala” fue famoso por otras excentricidades, como hacer visitas sorpresa a la reina de Inglaterra, proclamarse “último rey de Escocia” o “conquistador del Imperio Británico”.

No fue mejor la situación de sus hijos. Tras jactarse de su número de descendientes lo que creía muestra de su virilidad, no parece haber mostrado un especial cariño hacia ellos. Incluso, la costumbre de llevar siempre consigo a uno de sus vástagos más pequeños obedecía a razones prácticas: una hechicera le había advertido de que corría el riesgo de ser asesinado si no lo hacía.

En 1973, Amin implantó la poligamia, a la vez que desataba una campaña directa contra los cristianos del país. Pese a todo, durante algún tiempo fue considerado "políticamente correcto". Su fraseología era izquierdista, se presentaba como un enemigo de Estados Unidos y de Israel y atacaba el colonialismo. No resulta extraño que a inicios de los 70 se le definiera como un "héroe " y que gozara del apoyo de los países árabes y buena parte de los africanos.

En realidad, no pasaba de ser un genocida a imagen y semejanza de Adolf Hitler, uno de sus ídolos reconocidos. Por ejemplo, en 1972, expulsó del país a 70.000 asiáticos. Al año siguiente, mientras colaboraba con el ataque árabe contra Israel en la guerra del Yom Kippur, decretó diversas medidas de carácter antisemita y al menos 300.000 ugandeses fueron asesinados por las fuerzas de Idi Amin.

Las acusaciones de canibalismo se multiplicaron tras su expulsión de Uganda en 1979 ya que se encontraron frigoríficos con carne humana en los sitios que acostumbraba a frecuentar y muchos de sus funcionarios confesaron esta macabra afición.

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