La bolsa de plástico se ha expandido de tal modo en el continente que en Sudáfrrica se la llama irónicamente “la flor nacional”, en tanto no queda ya un árbol, una brizna de parque ni campo de cultivo que se escape de la basura plástica en su peor expresión. Obstruyendo los canales pluviales genera inundaciones y estanca millones de cauces, expandiendo enfermedades mortales como la malaria y contaminando lo poco que va quedando del hábitat para las especies de la fauna nativa.
Pero si bien algunos países como Ruanda –que ya llevan seis años con la prohibición vigente- tienen estrictas normas y hasta un cuerpo inspectivo estatal para controlar el tema en las fronteras evitando ingresos, el futuro del plástico en forma de bolsas es una tentación demasiado grande para industriales y capitalistas que luchan denodadamente para saltear la veda.
Pero si bien algunos países como Ruanda –que ya llevan seis años con la prohibición vigente- tienen estrictas normas y hasta un cuerpo inspectivo estatal para controlar el tema en las fronteras evitando ingresos, el futuro del plástico en forma de bolsas es una tentación demasiado grande para industriales y capitalistas que luchan denodadamente para saltear la veda.
Un “frente africano” contra las bolsas plásticas
Uganda, Gabón, Etiopía, Tanzania, Kenia, Sudáfrica, Marruecos, Botswana, Chad, Ghana, Togo, Congo, Eritrea, Burkina Faso, Argelia, Costa de Marfil, Mauritania y Mali han decidido ya la conformación de un “frente africano” que lucha para evitar la expansión de las bolsas plásticas: algunos ya tienen leyes con penas vigentes, otros caminan rumbo a su concreción.
Algunos países –como Mauritania- están acelerando procesos: el 80% de las vacas sacrificadas en la capital, Nuakchot, tenían bolsaas de plástico en sus estómagos. Cabras, ovejas y camellos también las comen y mueren tiempo después, ya que las bolsas impiden que el animal absorba los alimentos que ingiere.
Lentamente, la costumbre de las bolsas de tela para llevar alimentos está volviendo a la plaza, pero los comerciantes se niegan a su uso en tanto son más caras que el plástico. Los africanos no obstante lideran el mundo en la materia, luchando contra un flagelo que demorará cuatrocientos años en degradarse.
Fuente: La Red21
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