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viernes, 5 de junio de 2015

El 'baby boom' desborda Egipto

Cada seis meses Egipto engorda su población total con un millón de recién nacidos. El endiablado ritmo de su crecimiento demográfico, equivalente al tamaño de dos ciudades como Málaga, se ha convertido en una bomba de relojería para un país de recursos naturales escasos que vive hacinado junto al curso del Nilo y ha transitado cuatro años de una agitación política que nació al calor de la desesperanza y la batalla por el pan y la justicia social.




"En los últimos tres años, el país, que cuenta actualmente con unos 88 millones de habitantes, ha registrado entre 2,5 y 2,6 millones de nacimientos anuales», reconoce Husein Sayed, profesor de estadística de la Universidad de El Cairo. El imparable 'baby boom' amenaza con degradar aún más las pobres expectativas de empleo y arrasar la ya mísera calidad de los servicios públicos.

"Desde el punto de vista macroeconómico, un crecimiento anual así necesita de un desarrollo de la economía muy elevado para mantener la renta per capita. En los últimos años se ha producido un pérdida real de poder adquisitivo y un aumento de la pobreza", señala a este diario Jaime Nadal, representante del Fondo de Población de Naciones Unidas en Egipto. Una realidad sombría que, unida a la carestía de recursos naturales, -con cortes de electricidad, el abastecimiento de agua amenazado por un nuevo reparto de la cuenca del Nilo y problemas de abastecimiento de trigo- podría conducir al país más poblado del mundo árabe hacia una nueva revuelta social.

"El Gobierno ha tomado nota. Se ha creado un ministerio de Población y se ha redactado una estrategia para controlar el crecimiento demográfico", indica Sayed. El plan de choque apuesta por invertir en la educación de las niñas, fomentar el acceso de la mujer al trabajo, promover la participación de la juventud y revitalizar una planificación familiar olvidada durante las últimas décadas.


"Egipto tuvo un programa de control de la población muy exitoso en los años 60 y 70 del siglo pasado. El entonces presidente Gamal Abdel Naser fue un claro defensor de la causa de la planificación familiar así como de la educación de la mujer y su incorporación a la vida laboral. Obtuvo grandísimos logros y fue un modelo para otros países", recuerda Nadal. "Lamentablemente -prosigue- a partir de los 90 esas políticas perdieron fuelle. Hubo un mayor conservadurismo en la sociedad y una política pública menos efectiva".

Las turbulencias políticas que sucedieron al ocaso de Hosni Mubarak enterraron la emergencia. Durante la fugaz presidencia de Mohamed Mursi, los Hermanos Musulmanes ni siquiera la consideraron una prioridad. Y el asuntó siguió escalando. El empujón más destacado a las estadísticas procede del sur del país donde el centro de investigación local Baseera ubica al 41% de los nuevos nacimientos.

La sensibilización y el regreso a los programas de planificación familiar son solo una arista del remedio. En un país donde el 96% de su población vive en el 4% de su territorio, urge la redistribución geográfica. Según estimaciones de Baseera, el país árabe alcanzará los 137,7 millones de habitantes en 2050 superando a Rusia o Japón. Para entonces El Cairo -aquejada hoy por el tráfico, la contaminación o los asentamientos informales- habrá duplicado su población hasta alcanzar los 40 millones.


Una pesadilla que el régimen egipcio quiere evitar con la construcción de una nueva capital a 45 kilómetros de El Cairo, en pleno desierto. El plan de proporciones faraónicas -con una extensión de 700 kilómetros cuadrados; capacidad para cinco millones de vecinos y una inversión de 45.000 millones de dólares- fue presentado en la cumbre económica que el Ejecutivo celebró recientemente en el enclave costero de Sharm el Sheij. "Por muy efectiva que sea la planificación familiar, este país tendrá una población en 2050 que oscilará entre los 120 y 170 millones de habitantes. Iniciar un proceso de desconcentración de la población de El Cairo mediante una capital que permita albergar la administración y derivar parte de ese crecimiento a esta otra ciudad tiene mucho sentido", arguye Nadal citando como ejemplo Brasil, Nigeria o Myanmar.

El megaproyecto -firmado por una compañía emiratí- ha suscitado, sin embargo, la crítica de expertos como David Sims, un urbanista residente en Egipto que ha documentado los fallidos intentos de las autoridades de colonizar el desierto a golpe de urbanizaciones convertidas en exclusivos guetos para ricos mientras el centro de El Cairo languidece con quienes no pueden sufragarse la mudanza. "Es continuar con el interés de los sucesivos gobiernos egipcios por desarrollar el desierto a gran escala. Hasta ahora los frutos de esa política han sido decepcionantes", explica a este diario Sims.

La ciudad de los mil minaretes cuenta actualmente con una veintena de localidades satélite -algunas con décadas de antigüedad- que acogen a apenas un millón de almas. "¿Por qué este proyecto debería ser diferente? Lo que Egipto necesita son programas para mejorar los asentamientos urbanos informales, mejorar el transporte público y desarrollar su industria en emplazamientos adecuados. Algo que puede lograrse por mucho menos del coste de la nueva capital", concluye.

Fuente: El Mundo
Texto: FRANCISCO CARRIÓN

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