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domingo, 26 de marzo de 2017

Los Enfermos De Mozambique "Que Duermen Solos Como Apestados"




VIH, malaria, dengue, cólera, tuberculosis… la lista es larga y dolorosa. Mi primera impresión al llegar a Mozambique fue la de un país pobre pero con una gran dosis de hospitalidad. La capital, Maputo, es casi un espejismo: edificios altos, calles asfaltadas, semáforos, autobuses, hospitales, centros de salud e incluso tiendas de firmas internacionales. En el resto del país lo que cuenta es sobrevivir, resistir y vivir de la mejor manera posible sin perder la dignidad. Aunque en la mayoría de los casos, esto último puede convertirse en una utopía.

En muchas barriadas de Mozambique quienes sufren enfermedades viven y duermen como apestados, como si fueran enfermos terminales sin remedio, sin posibilidad de curación. Y en realidad en la mayoría de los casos es así. En el momento en que ingresan, pierden su libertad y viven alejados de los suyos. No es una marginación 100% porque, aunque sea a través de una celosía, pueden recibir la visita de sus familiares más queridos.


Nunca olvidaré la imagen de aquellos niños asomados a una pequeña ventana mirando como se le acababan los días a sus padres. Me duele recordar esas caritas llenas de esperanza y esos cuerpecitos aguantando el peso de sus hermanos pequeños, algunos de ellos bebés. Captar esa fotografía —debajo de estas letras— fue muy duro, incluso con un objetivo de por medio.
El problema de Mozambique está sobre todo en las zonas rurales donde no llegan los medicamentos, donde los médicos se cuentan con los dedos de la mano y donde la vida parece que vale menos que en los países desarrollados.

Para ponernos en contexto: si nos fijamos en el índice de VIH, es muy preocupante que Mozambique sea el cuarto país con más casos en el mundo. Sin ir más lejos, en Beria —la segunda ciudad más importante del país— una de cada tres mujeres embarazadas padece SIDA. Y lo peor de todo es que se la transmiten a sus hijos en el vientre. Por culpa de la transmisión madre-hijo, uno de cada diez niños muere en los primeros 10 años de vida. Y no sólo eso, sino que la OMS estima que en Mozambique hay unos 500.000 menores huérfanos porque sus padres han muerto de sida. Una lacra tremenda difícil de erradicar, teniendo en cuenta que muchos —por falta de información o por su religión— son reacios a ponerse un preservativo. La clave es la educación, en este caso la educación sexual, algo inexistente en las escuelas que pude comprobar de primera mano.


Cuando alguien sufre en España una enfermedad de este tipo, lo más normal es que salga adelante. Con los medios que tenemos aquí, cualquiera de estas patologías es un trámite de fácil solución. Pero lo que aquí es un susto, allí es muerte segura. Darme cuenta de eso me provocó una terrible sensación de impotencia.

Los hospitales en zonas rurales como Mumemo, Manhica o Inharrime no tienen los medios necesarios para hacer frente a las enfermedades que están a la orden del día. No hay médicos suficientes y muchos de los que hay no tienen la formación necesaria para tratar a este tipo de enfermos. Por eso el trabajo de las ONG y las organizaciones internacionales es crucial. Quienes altruistamente dedican su vida a intentar hacérsela más fácil a otros, son héroes de carne y hueso. Si todos nos pareciéramos un poquito más a ellos, el mundo sería mejor. Estoy absolutamente convencida.

Fuente: Código Nuevo

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