Los últimos acontecimientos acaecidos en Costa de Marfil me han obligado a escribir este post. Muchos sabeis que aunque me siento muy unida a toda África puedo decir que ese cordón umbilical enlaza directamente con Costa de Marfil, el país de mi hijo, la tierra que lo vio nacer.
Las últimas elecciones presidenciales han desencadenado una crisis política importante, y han situado al país en el punto de mira de la comunidad internacional donde los intereses económicos sobre Costa de Marfil pesan más que los intereses de los propios marfileños.
Desde el sábado el país cuenta con dos presidentes: Laurent Gagbo que ha sido presidente durante los últimos 10 años y que fue se proclamó vencedor de las elecciones y de nuevo ocupa el cargo presidencial, y Alassane Ouattra al que le dan por ganadas las elecciones, que cuenta con el apoyo internacional y que sin embargo arrastra una sospechosa trayectoria política y fidedigna relacionándolo inevitablemente con las fuerzas rebeldes enclavadas en el norte del país.
Leyendo y releyendo en internet podemos encontrarnos con numerosas informaciones de prensa y agencias que nos hablan de lo que está ocurriendo en estos momentos en Costa de Marfil, todas más o menos nos cuentan que hay disturbios, alternados en algunos barrios de Abidjan, enfrentamientos entre jóvenes seguidores de Alassane Outtara y Laurent Gagbo, movimientos políticos de ambos para constituir un nuevo gobierno. Informaciones que a mi entender muchas veces llegan sesgadas y sobre las que planea la bombra de Sarkozy, que en este conflicto se ha encargado de manejar los hilos desde el exterior y a su conveniencia.
Yo además tengo el privilegio de escuchar de primera mano el sentir de los marfileños con los que hablo cada día, una opinión y un sentir directo desde el corazón y desde la razón que me transmiten la situación real sin tapujos, sin intermediarios, sin cortinas de humo.
Mientras la Unión Africana ha intentado mediar en el conflicto político con las negociaciones encabezadas por su enviado especial Thabo Mbeki, en las calles de Abidjan todos esperan con expectación el resultado de estas conversaciones entre Mbeki y los "dos presidentes de Costa de Marfil". El sentir de los marfileños pasa sobre todo por un acuerdo pacífico, una solución que evite a toda costa una nueva guerra como la que vivieron entre 2002 y 2005 y de la que parecían que se iban recuperando. Las ganas de crecer, de ser un país autónomo, de conseguir una democracia lo más límpia posible es sin duda un deseo generalizado entre la población, pero sobre todo poder ejercer su derecho a decidir por si mismos sin tener que esperar al apoyo o el visto bueno de terceros países, que al fin y al cabo piensan más en sus propios intereses económicos que en los de los ivorienses.
Mientras las imágenes que nos llegan por televisión nos muestran exaltados con barricadas, hogueras, protestas y enfrentamientos, hoy Abidjan se despertaba con nuevas ilusiones, con la reapertura de los aeropuertos y las fronteras y sobre todo tratando de reanudar su vida cotidiana marcada por el ir y venir y por el bullicio constante de sus calles y de sus gentes. Los marfileños trataban de hacer vida normal, los comercios reabrían sus puertas, el transporte público funcionaba de nuevo y los altercados callejeros se limitaban a zonas muy concretas cada vez menores. Hoy los marfileños no perdían la esperanza de ser un país con decisión propia, de poder reanudar su actividad sin presiones internacionales y de poder mirar al futuro sin temor a nuevos obstáculos que le impidan crecer.
Por el momento tendrán que conformarse con poder ser libres de 05h de la madrugada hasta las 22h ya que a esa hora comenzará un nuevo toque de queda impuesto hasta el próximo día 13. Una forma sin duda de controlar los movimientos de la población y de tratar al mismo tiempo que haya tranquilidad en las calles.
Yo además tengo el privilegio de escuchar de primera mano el sentir de los marfileños con los que hablo cada día, una opinión y un sentir directo desde el corazón y desde la razón que me transmiten la situación real sin tapujos, sin intermediarios, sin cortinas de humo.
Mientras la Unión Africana ha intentado mediar en el conflicto político con las negociaciones encabezadas por su enviado especial Thabo Mbeki, en las calles de Abidjan todos esperan con expectación el resultado de estas conversaciones entre Mbeki y los "dos presidentes de Costa de Marfil". El sentir de los marfileños pasa sobre todo por un acuerdo pacífico, una solución que evite a toda costa una nueva guerra como la que vivieron entre 2002 y 2005 y de la que parecían que se iban recuperando. Las ganas de crecer, de ser un país autónomo, de conseguir una democracia lo más límpia posible es sin duda un deseo generalizado entre la población, pero sobre todo poder ejercer su derecho a decidir por si mismos sin tener que esperar al apoyo o el visto bueno de terceros países, que al fin y al cabo piensan más en sus propios intereses económicos que en los de los ivorienses.
Mientras las imágenes que nos llegan por televisión nos muestran exaltados con barricadas, hogueras, protestas y enfrentamientos, hoy Abidjan se despertaba con nuevas ilusiones, con la reapertura de los aeropuertos y las fronteras y sobre todo tratando de reanudar su vida cotidiana marcada por el ir y venir y por el bullicio constante de sus calles y de sus gentes. Los marfileños trataban de hacer vida normal, los comercios reabrían sus puertas, el transporte público funcionaba de nuevo y los altercados callejeros se limitaban a zonas muy concretas cada vez menores. Hoy los marfileños no perdían la esperanza de ser un país con decisión propia, de poder reanudar su actividad sin presiones internacionales y de poder mirar al futuro sin temor a nuevos obstáculos que le impidan crecer.
Por el momento tendrán que conformarse con poder ser libres de 05h de la madrugada hasta las 22h ya que a esa hora comenzará un nuevo toque de queda impuesto hasta el próximo día 13. Una forma sin duda de controlar los movimientos de la población y de tratar al mismo tiempo que haya tranquilidad en las calles.
Los próximos días serán cruciales y seguirán siendo complicados para los que he dejado allí, para los que nunca olvido y con los que espero poder compartir muchos nuevos momentos inolvidables llenos sobre todo de paz y esperanza por el bien de todos. A mis hermanos de Abidjan desde aquí les mando toda mi fuerza y todo mi deseo para que esas esperanzas no se pierdan nunca le pese a quien le pese.
1 comentario:
Espero que las cosas se vayan solucionando y las cosas no vayan a más. ¿nadie se da cuenta de la miseria que acarrean las guerras?
Pienso en los niños de Costa de Marfil y en los padres que están tirando del hilo de la adopción.
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