Miles de kilómetros separan a la Clínica Rural de Salud de Chanyanya, en Zambia, del hospital de la Universidad de Nueva York. Están muy lejos y pertenecen a dos mundos completamente distintos, pero los dos centros comparten una experiencia exitosa de medicina a distancia. No hay médicos residentes al comenzar el día en el primero, pese a ser el principal centro de atención primaria para casi 12.000 personas, mientras que en el segundo sobran los recursos por ser una de la escuelas de medicina más prestigiosas del mundo.
En 2011, a Florence (nombre ficticio para proteger su identidad) le salió un extraño sarpullido, dos semanas después de empezar su tratamiento con fármacos antirretrovirales contra el VIH (virus de inmunodeficiencia humana, causante del sida).
Recurrió a la clínica, ubicada a unos 90 minutos de Lusaka, en el sureño distrito de Kafue, pudo conectarse con un experto en enfermedades infecciosas de la Universidad de Nueva York, en el otro extremo del mundo, con apenas unos clics del ratón de su computadora.
A través del Proyecto Médico Virtual (VDP, por sus siglas en inglés), una iniciativa de telemedicina que se realiza de modo pionero en Zambia vinculando a clínicas rurales del país con médicos voluntarios de todo el planeta mediante la red local de banda ancha, a Florence le prescribieron la medicación correcta.
Su erupción se había extendido “por todo el cuerpo”, recordó Kebby Mulongo, el primer funcionario clínico que la vio. “Habían pasado apenas dos días (cuando) el médico (ubicado en Nueva York) pudo volver a comunicarse conmigo. El experto supo enseguida cuál era el problema”, dijo Mulongo a IPS.
“Quedé feliz, después seguí tratando a la paciente en la clínica, y una semana después mejoró y no tuve que enviarla al hospital”, relató. “La medicina tiene que ver con la consulta. Si podemos consultar pulsando un botón de esa manera, es mejor para nosotros”, agregó Mulongo.
El VDP, que ahora se implementa en seis sitios de Zambia, emplea el programa informático eHealth Opinion para presentar electrónicamente los archivos sobre los pacientes. Funcionarios clínicos, entrenados para examinar a los pacientes antes de que vean a un médico, acceden al programa usando computadoras portátiles Fizzbook.
Estos ordenadores, a prueba de polvo y de agua, pueden transportarse fácilmente y cuentan con una batería de larga duración, que les permite soportar los cortes de luz, frecuentes en Zambia.
El programa informático permite al personal clínico crear un archivo por paciente, que se comprime y envía a uno de los expertos médicos del VDP en Zambia, Gran Bretaña, Estados Unidos, India, Pakistán, China, Nigeria, Nueva Zelanda o Malasia. Ese archivo incluye la información básica de cada paciente, su historia clínica, un registro de los medicamentos que se le prescribieron y las preguntas específicas que los funcionarios de Zambia necesitan que se les respondan.
Todos los funcionarios clínicos reciben una cámara básica Samsung de alta definición, con la que pueden realizar exámenes de rayos X. Estas imágenes pueden subirse a la computadora e incluirse en el archivo del paciente junto con los informes de laboratorio.
Luego, el “médico virtual” evalúa la información que recibió, realiza un diagnóstico y asesora en materia de tratamiento, con solo otro clic.
El VDP fue creado por una organización sin fines de lucro y opera en Zambia desde hace seis meses. A fines de este mes pasará a operar en nueve sitios y para fines de año se espera que se eleven a 12. También buscan expandirse a Tanzania y otros países africanos en un futuro cercano.
“Se trata de una plataforma para poder hablar con alguien más a propósito de un paciente sobre el que una no está demasiado segura. La idea no es quitarles ninguna responsabilidad a ustedes”, dijo la coordinadora del proyecto, Heather Ashcroft, al personal que participó en los cursos de capacitación. “Ustedes siguen siendo la primera referencia y tienen la última palabra sobre cómo diagnostican o tratan a un paciente. La idea detrás de este sistema es que ustedes tengan una especie de caja de resonancia”, agregó.
Mercy Nalwamba, de 22 años, fue una de las dos funcionarias clínicas que asistieron a la sesión de capacitación del 23 de diciembre. Esta recién graduada de la Facultad de Ciencias de la Salud de Chianama, y ya es la encargada clínica general del centro sanitario de Makeni, en la ciudad de Chilanga, muy cerca de Lusaka. Cada día ve a unos 50 pacientes, la mayoría con infecciones respiratorias, diarrea y paludismo.
Nalwamba dijo que el acceso a los del VDP permitió a la clínica enviar menos pacientes a otros centros. “No puedo esperar a oír sus opiniones y nuevas ideas. Esto potenciará mi trabajo; obtendré más experiencia y conocimientos”, dijo a IPS.
“Pienso que habrá menos trabajo y que recibiremos más información sobre cómo proceder con pacientes con enfermedades crónicas y cómo manejarlos. Y cuando los remitimos a otros centros por lo menos podemos hacer que los pacientes estén más estables”, añadió.
Ashcroft dijo que el Memorando de Entendimiento firmado con el Ministerio de Salud de Zambia establece que el VDP aportará el equipamiento, la capacitación y el programa informático de modo gratuito por los primeros 12 meses. Así, explicó, se da tiempo al sistema para consolidarse y para disminuir los pacientes remitidos a otros centros. El gobierno los apoya motivando y alentando al personal de salud a usarlo. “Después de este periodo, continuaremos apoyando a los funcionarios clínicos, pero se cobrará un pequeño monto para garantizar que el sistema pueda mantenerse e ir actualizándose en los centros de salud”, dijo Ashcroft a IPS.
“Todo el equipamiento y las licencias se obtienen mediante donaciones benéficas, así que nuestro objetivo es equipar a las clínicas con todo lo que necesitan para que el servicio se sostenga por sí mismo, aunque sea parte integral del funcionamiento cotidiano de los centros”, explicó.
Las organizaciones no gubernamentales que aportan fondos aceptan donaciones en Bitcoins.
Andrew Phiri, del Ministerio de Salud, confía en que el gobierno sea capaz de apoyar al VDP tras su primer año, porque, a su juicio, es un proyecto muy necesario. “Tenemos muchas personas viviendo en áreas rurales, y tienen que caminar largos recorridos (para llegar a las clínicas). No tenemos muchas ambulancias. Nuestros centros de salud están separados por distancias enormes”, dijo Phiri a IPS.
“Mediante las consultas se dará al paciente cuidados de la mejor calidad. Esto dará un muy buen resultado, porque realmente en medicina es necesario consultar, no se puede trabajar solo”, agregó.
Fuente: IPS
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