En Togo pasan cosas diferentes. Es el secreto de este país, desvelado aquí por un misionero diocesano de Girona , Joan Soler Ribas (Olot, 1975), que hace para Aleteia una radiografía de un país desconocido.
El Papa les acaba de alentar a luchar para que los valores auténticos no se pierdan. Y ellos, lo intentan. Desde Dapaong, en Togo, África del Oeste, Soler revela el crecimiento de la Iglesia a todos los niveles. Islam, aborto, sectas, paro, vocaciones… todo, desde el Togo.
- La Iglesia es como una hormiga, dice usted. ¿Trabajo incansable?
Creo, con sencillez, que la iglesia tiene el papel de la pequeña hormiga en este pequeño país. Trabajar incansablemente, con todos los demás, para evitar que en los momentos difíciles el país no pueda continuar adelante. Tiene un gran trabajo de pacificación.
Recordemos solo que fue Mgr. Nicodem Barrigah quien presidió la Comisión Verdad Justicia y Reconciliación, para poner nombre a todos los excesos cometidos durante el período de la dictadura.
Se hizo lo que se pudo. Y se hizo bien. Podemos estar orgullosos del trabajo realizado.
El Islam en Togo no presenta problemas.
Aquí en el Togo nos encontramos con un Islam para nada fanatizado y con un cristianismo muy dialogante, que nos ha permitido crear un verdadero espacio de relación personal e institucional. Solo para citar un ejemplo: El obispo de Dapaong y el gran Imam de Dapaong, se llaman entre ellos hermanos gemelos, de mismo padre (Dios) y de distinta madre (Uhma e Iglesia).
Participan regularmente a las oraciones y fiestas principales de cada confesión y en cada fiesta principal escriben una carta dirigida a los fieles de la otra religión. Así por Navidad el Imam nos escribe una carta y por la fiesta del Ramadán el obispo les dirige una carta. En estas cartas se anima a la unidad y a la vida en común. Son un auténtico gozo.
- En cambio, las sectas está creciendo y se aprovechan de la gente asegurando curaciones milagrosas. ¿Qué hacer ante esto?
Vivimos una explosión de nuevas sectas que mezclan cristianismo con paganismo y que están haciendo mucho daño a la gente sencilla de nuestra región. Aprovechan de su pobreza para asegurarles curaciones milagrosas, métodos para encontrar trabajo y dinero. Una auténtica vergüenza y un auténtico reto.
En el Togo, las iglesias tradicionales: Presbiterianos, Metodistas y Evangélicos, y las otras iglesias reconocidas por la Unidad de Iglesias Cristianas, nos encontramos con regularidad para rezar, organizar concierto de corales o partidos de futbol.
Vivimos con mucha libertad nuestro modo de ser cristianos. Pero estamos todos de acuerdo en que las sectas nos están hiriendo en lo más profundo, pues la gente no sabe diferenciar, y luego creen que somos todos iguales: unos mentirosos.
Pero en este mismo reto, tenemos que vigilar de no caer en excesos de imitación con los movimientos carismáticos. Unos movimientos con muchas luces: capacidad de misión, capacidad de acompañamiento personal, espíritu de servicio… Pero con algunas sombras: sectarismo, misas de curación, una oración que puede convertirse en un cierto mercadeo con Dios. Yo hago esto, tú me das esto…
- Y con el poder político, la Iglesia ha sido vista como oposición.
La iglesia siempre ha sido considerada como una cierta oposición para el partido en el poder.
A la Iglesia no le ha temblado la voz para criticar la falta de inversión en temas esenciales como la educación y la sanidad, ni para poner negro sobre blanco la falta de transparencia en muchas decisiones políticas.
Algunas veces esto no ha caído demasiado bien en los círculos presidenciales, y algunos obispos han sufrido un cierto menosprecio público. Con todo, la Iglesia es respetada y respetuosa. Tenemos la misión de continuar hablando delante de las injusticias, pero sabiendo que la democracia aún es muy débil, y que no podemos hacer temblar los pilares de un nuevo sistema que se está abriendo paso en el país.
Fuente: Aleteia
Texto: Miriam Diaz Boch
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