Makuyu es "un pueblo de putas y drogadictos" en Kenia, una aldea hostil a la que la periodista María Ferreira llegó hace cinco años para colaborar con una clínica psiquiátrica y en la que ha conocido historias nada bonitas que ha recopilado en el libro "Tierra de brujas".
"He contado el Makuyu feo", relata Ferreira, que explica que ha plasmado en el texto (Editorial Viajes al pasado) las historias que la descolocaron, la sacaron "de golpe" de su "zona de confort" y la mataron "el pavo de un plumazo".
Es la descripción de un pueblo hostil, sumido en las drogas, el alcohol y la brujería, donde la muerte es un habitante más. Historias como la de un bebé que murió en sus brazos deshidratado y su cadáver acabó en la nevera con las cervezas que se iba a beber después, o la de la bruja que la maldijo (dos veces) porque intentó convencerla de que su nieto de diez años tenía que ir al colegio en vez de fumar y beber.
"Los personajes de mi libro pasan por experiencias tremendas, pero no son víctimas; manejan momentos tremendos con una naturalidad que puede confundirse con crueldad", afirma esta periodista y escritora, que sigue diciendo: "Soy yo la que sufro y soy yo la que categorizo la situación".
Cada capítulo cuenta una historia, una vivencia suya que habla de un mundo muy diferente al que conocemos, pero la autora afirma que entre cada capítulo hay "una cantidad de noches de charlas con amigos, atardeceres bonitos, lecturas interesantes y conversaciones" que le hacían "enamorarse una y otra vez" de la experiencia.
De hecho, insiste en que lleva una vida normal: "Acabo de cenar en mi hogar adoptivo, la casa de los Khan, en medio de Nairobi. Hemos preparado la cena juntos, mientras hablaba con mi amiga Aisha sobre la serie "Girls" y con Nabil de pacientes. Y Makuyu está ahí fuera, con sus cosas tremendas, y es Kenia. Pero esto, mis cenas, son Kenia también".
Aunque nadie le pidió ayuda, llegó con "veinti pocos años" con la intención de "ayudar", una excusa que se puso a sí misma porque no fue "lo suficientemente valiente" para decir "señores, quiero ser exploradora. Adiós".
Dice en el libro que Kenia es "un país que mata, pero mientras mueres te distraes siendo libre".
"No es un país pobre en absoluto, es un país injusto", recalca Ferreira, quien argumenta que tiene unos "niveles de corrupción inaceptables" y que algunos miembros del gobierno "manipulan la pobreza como un medio para conseguir ayudas económicas internacionales".
En este sentido, explica en el texto que en la clínica en la que trabaja abundan los pacientes a los que les "han llenado la mente de medicinas que les han enfermado" porque "algún día dijeron que no creían en Dios, que el Gobierno era una mierda o que se cagaron en la madre de los blancos que vivíamos en su país y disfrutábamos de privilegios que ellos jamás tendrían".
En el Makuyu del libro, ella es una extraña a la que llaman "mzungu" (blanca).
Cuenta que se ha encontrado con gente que le acoge primero para exigirle ayuda después, pero también con "personas importantísimas" como Ndung'u, el médico de la clínica.
"Tierra de brujas" es más que las historias de Kenia, partos peligrosos, prostitutas o ablaciones; es también la historia de María y su maduración "a la fuerza".
"Mamá no sabe que soy anoréxica en un país en el que los niños se mueren de hambre", confiesa en el libro; "les he visto morir de hambre. Y yo escupo la comida en servilletas, no trago, no trago para ser bonita".
Son dos mundos que se oponen y se confrontan, y que nacen de los prejuicios que se tienen de lo desconocido y de la imagen distorsionada de África.
"El problema viene cuando asumes esa imagen distorsionada como una verdad, y no como un desconocimiento natural", explica la escritora.
Fuente EFE
Texto: Irene Escudero
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