Según datos de Naciones Unidas, en el mundo hay más de 600 millones de personas con discapacidad (el 10% de la población mundial), de las que 80 millones malviven en África, un continente castigado por la miseria, el hambre y los conflictos bélicos y donde tener un hijo con discapacidad es considerado una carga y un castigo.
Fue el pasado 3 de mayo cuando entró en vigor la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, un tratado global específico que atiende las necesidades de este colectivo, que, según afirma la ONU, "conforma la minoría más grande del mundo".
De los 53 países que hay en África, 31 han firmado esta convención, suscrita por un total de 129 estados repartidos por todo el mundo. El texto reconoce la importancia de la cooperación internacional para mejorar las condiciones de vida de las personas con discapacidad en los países en vías de desarrollo, dado que la mayoría de ellas vive en condiciones de pobreza, por no hablar de las mujeres y niñas discapacitadas, que sufren un riesgo mayor de discriminación.
Pocos son los proyectos que se desarrollan en África orientados específicamente a las personas con discapacidad. La mayoría de ellos están impulsados por la cooperación internacional a través de las ONG, que son las que sacan adelante a este colectivo en un trabajo silencioso del que apenas se habla.
Así, la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Aecid) financia con 380.227 euros un proyecto en Liberia dirigido por las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús, que tiene como misión la asistencia integral de los enfermos mentales y de las personas con discapacidad psico-física.
Se trata del Centro de Rehabilitación Benito Menni, ubicado en la capital de Liberia, Monrovia, con capacidad para 40 niños, que, además de la rehabilitación, reciben escolarización durante su estancia y pueden entrar en un programa de apadrinamiento.
Los proyectos de ayuda
En Senegal, la Aecid financia con 275.000 euros un proyecto para la 'Prevención de riesgos de exclusión y analfabetismo de los niños con discapacidad en Casamance', que busca, entre otros objetivos, facilitar el acceso a la educación de los niños con discapacidad y de otros menores en situación de riesgo.
Save The Children-España está presente desde 1997 en Marruecos, donde colabora con la Asociación Hanan, fundada hace 39 años con el objetivo de cuidar a niños con discapacidad física, mental y auditiva. Su centro educativo cuenta también con la financiación de la Aecid.
Según datos facilitados por Save The Children, se estima que en Marruecos hay un millón de niños en edad escolar con alguna discapacidad física, de los que algo menos de 6.000 están dentro del sistema educativo.
La situación de los menores con discapacidad psíquica "es aún peor" , afirma esta ONG. De los 350.000 que se calcula hay en Marruecos, tan sólo 1.200 son atendidos en centros especiales, "que carecen en la mayoría de los casos de personal cualificado".
La mayor parte de estos niños no sólo no reciben ningún tipo de educación formal, sino que además sufren el rechazo de sus propias familias, que se avergüenzan de mostrar a sus hijos. Se dan casos de niños encerrados en sus casas o incluso compartiendo las cuadras con los animales.
Por su parte, la ONG Solidaridad Internacional (SI) apoya en Mauritania el trabajo de la Asottiatión Mauritanie pour les Hadicaup Mentaux (Asociación Mauritana de Discapacitados Mentales), cubriendo las necesidades educativas, sanitarias y alimentarias de 160 niños con discapacidad.
Redes sanitarias
"De otra forma, dada la deficiente atención estatal, estarían o bien escondidos en sus casas o en la calle pidiendo limosna", dice SI, que actualmente trabaja en la construcción de un centro para la formación profesional y de tres nuevas aulas en el Centro Educativo de Nouakchott. Además, financia un curso de Formación Profesional para 40 alumnos.
Para SI, el mundo desarrollado, el de los países ricos, peca de opinar que son las administraciones públicas africanas las que deben hacerse cargo de estas cuestiones. "Así, los unos por los otros, la casa sin barrer", indicaron.
Manos Unidas trabaja en Camerún con la Fundación Bethléem de Mouda, y en Etiopía con Salu Self Help Blind and Handicapped Association.
La Fundación Bethléem de Mouda tiene un complejo importante que emplea a más de 110 personas, con 10 talleres de formación y capacitación profesional, una granja escuela, un orfanato, un asilo para niños sordos y también para menores con discapacidad motriz, un molino de mijo, un taller de fabricación de bombas para pozos y otro para fabricación de triciclos para personas con discapacidad.
En Etiopía, la asociación Salu Self Help Blind and Handicapped Association, fundada en 1996 por iniciativa de varias personas con discapacidad, está dirigida por una persona ciega, Wondimu Asfaw. El objetivo es ayudar a otras personas con minusvalías a afrontar su situación para ser autosuficientes e independientes.
La mendicidad como única salida
Manos Unidas coincide con las otras ONG consultadas por Servimedia en que "las posibilidades de integración social de estas personas en África son casi nulas, por lo que la mayoría deben dedicarse a la mendicidad para sobrevivir".
Dado que apenas tienen la oportunidad de formarse y ganarse la vida, las personas con discapacidad etíopes son analfabetas. Cuando no son abandonadas, muchas de ellas, que tienen ceguera por tracomas o cataratas, o están afectadas por la polio o la lepra, o tienen una amputación por una mina antipersona, son explotadas.
La asociación Salu Self Help Blind and Handicapped Association les ofrece una salida, ya que su centro imparte cursos de confección de escobas y cepillos, de artículos de madera y metal, de cestería, de prendas de punto y costura y de cría de gallinas.
Según el informe sobre el Estado Mundial de la Infancia 2006, que anualmente publica la Agencia de Naciones Unidas para la Infancia, Unicef, "la gran mayoría de los niños y niñas con discapacidades en los países en desarrollo no tiene acceso a ningún tipo de servicio de rehabilitación o apoyo, y muchos no pueden recibir una educación oficial".
En numerosos casos, los niños con discapacidad "viven retirados de la esfera de la comunidad" y suelen carecer de la atención que requieren. Cuando se toman medidas en favor de ellos, "a veces se les segrega en instituciones", señala el informe, que ese año se tituló "Excluidos e invisibles".
Fuente: El Mundo
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