Los jóvenes togoleños que logran terminar su formación académica son unos afortunados, Ramón Takeli, fue uno de ellos y, desde Granada, trabaja para que los niños de su país tengan la misma suerte que él tuvo.
Ramón Takeli con sus hijos y su mujer
La matrícula escolar de un niño en Togo vale cinco euros al año. Si no se pagan, el niño se queda sin clases, sin lecciones y, por lo tanto, sin educación. Un principio básico que se escapa, sin embargo, a un alto porcentaje de menores del país africano. Ramón Takeli podría haber sido uno de esos niños a los que se le escapan las oportunidades educativas, pero tuvo suerte y, a base de becas y no menos esfuerzo, pudo llegar a la Universidad.
Ramón Takeli estudió Ciencias de la Educación y, posteriormente, se licenció en Pedagogía rama en la que hizo el doctorado. Actualmente, trabaja como profesor de Francés en el colegio Mulhacén de la capital y de forma paralela a toda su actividad formativa es el presidente de la llamada Fundación Takeli.
"Cuando te das cuentas de que con lo que vale una bolsa de chucherías aquí, un niño puede ir al colegio en Togo, no puedes quedarte impasible", cuenta Ramón. Es más, el presidente de la fundación, cuenta que trabaja por la educación de los niños de su país "porque siento que tengo que hacerlo". Su propósito se ha cumplido en tiempo récord, en parte, porque no se ha encontrado solo y ha contado con muchas manos amigas. El caso es que en cuatro años, Takeli ha logrado muchas cosas.
La fundación ha conseguido que los 516 niños del poblado de Bodjondè provincia de Sotouboua, en Togo, hayan tenido acceso a una formación académica. Para ello, la fundación ha creado tres centros, "uno de Primaria, un colegio y un instituto donde acuden a diario para aprender". Además de levantar los edificios, la fundación les ha dado vida. "Los hemos amueblado con mucho cariño, por ejemplo, cada pupitre lleva el nombre de un niño", cuenta Inmaculada Benítez, mujer de Ramón. No sólo eso, desde Granada también ha llegado todo el material escolar que necesitan los niños.
"Ellos no llevan esas mochilas de ruedas que aquí se ven cargadas hasta los topes... en su caso, con dos cuadernos, un lápiz y una goma de borrar tienen suficiente", explica el presidente, quien se alegra de ver los resultados que en los niños está teniendo todo el trabajo que están haciendo. "Lo importante es que ellos sean conscientes de que sin educación no se va a ningún sitio y que sin ella no hay desarrollo", comenta. Para incentivarlos, la fundación ofrece cada seis meses becas para los diez mejores, por eso, su esfuerzo es importante, cuenta Takeli.
El próximo proyecto de esta fundación granadina es crear en el poblado una Escuela Agraria. "Será como un ciclo de formación profesional en el que los jóvenes se formen para ser agricultores, en albañilería y también de carpintería", cuenta el presidente. Evidentemente, apunta, todos estos proyectos nacen de la gran ayuda que Ramón ha encontrado en los más de 1.000 socios que se han implicado en su proyecto. "Hay que dar las gracias a todos, desde mi mujer y mis hijos que son los primeros en acompañarme a los viajes, a todos mis alumnos y compañeros de trabajo del colegio que no han escatimado nada para colaborar".
Ramón confiesa que el estar lejos de su tierra no le hace ver su realidad con más distancia. "Al contrario, desde aquí, sus carencias me duelen igual y veo que la realidad de mis compatriotas es muy complicada, por eso quiero seguir ayudando".
Por el momento, para el mes de noviembre volverán a celebrar una cena solidaria para recaudar fondos a la que está toda la ciudad invitada. Lo que está claro es que para seguir creando ilusiones en Togo necesita de la ayuda y la colaboración de todos y para los incrédulos, una invitación. "Nosotros llevamos la ayuda directamente a sus manos, sin intermediarios ni otras vías. Si alguien quiere comprobarlo, los niños de Togo os están esperando", dice con una sonrisa.
Ramón Takeli estudió Ciencias de la Educación y, posteriormente, se licenció en Pedagogía rama en la que hizo el doctorado. Actualmente, trabaja como profesor de Francés en el colegio Mulhacén de la capital y de forma paralela a toda su actividad formativa es el presidente de la llamada Fundación Takeli.
"Cuando te das cuentas de que con lo que vale una bolsa de chucherías aquí, un niño puede ir al colegio en Togo, no puedes quedarte impasible", cuenta Ramón. Es más, el presidente de la fundación, cuenta que trabaja por la educación de los niños de su país "porque siento que tengo que hacerlo". Su propósito se ha cumplido en tiempo récord, en parte, porque no se ha encontrado solo y ha contado con muchas manos amigas. El caso es que en cuatro años, Takeli ha logrado muchas cosas.
La fundación ha conseguido que los 516 niños del poblado de Bodjondè provincia de Sotouboua, en Togo, hayan tenido acceso a una formación académica. Para ello, la fundación ha creado tres centros, "uno de Primaria, un colegio y un instituto donde acuden a diario para aprender". Además de levantar los edificios, la fundación les ha dado vida. "Los hemos amueblado con mucho cariño, por ejemplo, cada pupitre lleva el nombre de un niño", cuenta Inmaculada Benítez, mujer de Ramón. No sólo eso, desde Granada también ha llegado todo el material escolar que necesitan los niños.
"Ellos no llevan esas mochilas de ruedas que aquí se ven cargadas hasta los topes... en su caso, con dos cuadernos, un lápiz y una goma de borrar tienen suficiente", explica el presidente, quien se alegra de ver los resultados que en los niños está teniendo todo el trabajo que están haciendo. "Lo importante es que ellos sean conscientes de que sin educación no se va a ningún sitio y que sin ella no hay desarrollo", comenta. Para incentivarlos, la fundación ofrece cada seis meses becas para los diez mejores, por eso, su esfuerzo es importante, cuenta Takeli.
El próximo proyecto de esta fundación granadina es crear en el poblado una Escuela Agraria. "Será como un ciclo de formación profesional en el que los jóvenes se formen para ser agricultores, en albañilería y también de carpintería", cuenta el presidente. Evidentemente, apunta, todos estos proyectos nacen de la gran ayuda que Ramón ha encontrado en los más de 1.000 socios que se han implicado en su proyecto. "Hay que dar las gracias a todos, desde mi mujer y mis hijos que son los primeros en acompañarme a los viajes, a todos mis alumnos y compañeros de trabajo del colegio que no han escatimado nada para colaborar".
Ramón confiesa que el estar lejos de su tierra no le hace ver su realidad con más distancia. "Al contrario, desde aquí, sus carencias me duelen igual y veo que la realidad de mis compatriotas es muy complicada, por eso quiero seguir ayudando".
Por el momento, para el mes de noviembre volverán a celebrar una cena solidaria para recaudar fondos a la que está toda la ciudad invitada. Lo que está claro es que para seguir creando ilusiones en Togo necesita de la ayuda y la colaboración de todos y para los incrédulos, una invitación. "Nosotros llevamos la ayuda directamente a sus manos, sin intermediarios ni otras vías. Si alguien quiere comprobarlo, los niños de Togo os están esperando", dice con una sonrisa.
Fuente: Granada Hoy
Si quieres saber más: Fundación Takeli
1 comentario:
Hola, tienes un premio en mi blog :-) Si te apetece, puedes recogerlo.
Publicar un comentario