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jueves, 30 de abril de 2009

Intérpretes para mejorar la sanidad

El aumento de la inmigración en España presenta un reto para los profesionales médicos: conseguir entender a los pacientes cuando no saben hablar castellano. El Hospital Ramón y Cajal ha realizado un Curso de Mediación Intercultural para vencer las trabas lingüísticas y culturales, además de para mejorar la calidad asistencial y la comunicación entre los facultativos y los pacientes. 18 extranjeros procedentes de varios países llamaron la atención de la plantilla del centro en los primeros días, aunque con sus 152 intervenciones en dos meses ya la fama les precede.

"Si necesitas una interpretación en consulta, no dudes en ponerte en contacto con información", reza un folleto que circula por las consultas y servicios del Hospital Ramón y Cajal, de Madrid. Se trata de una iniciativa de la Unidad de Medicina Tropical, para mejorar la calidad de la asistencia a los inmigrantes que acuden al centro y que no saben hablar español, y a los facultativos que los tratan.

Los encargados de realizar la mediación cultural son 18 personas de diferentes países que han realizado el Curso de Mediación Intercultural en el Ámbito Sociosanitario, dirigido por Rogelio López-Vélez, responsable de la unidad, y Luis Carlos Martínez Aguado, jefe de Servicio de Atención al Usuario. Su presencia ha llamado mucho la atención en el centro, los facultativos se preguntaban quiénes eran. Poco a poco se han ido dando a conocer y en las primeras tres semanas ya habían realizado 80 interpretaciones.

Desde hace cuatro años, el centro tiene un acuerdo con la Universidad de Alcalá y recibe a alumnos en prácticas para la mediación. Sin embargo, no contaban con intérpretes que hablaran lenguas africanas. Ahora, los inmigrantes que hablen wolof, bambara, pular, susu, malinké, djoula, diola, benin, berberer, ruso, esan... y otras lenguas, pueden comunicarse con los facultativos. El curso ha contado con una parte teórica, de octubre a diciembre, que ha incluido un módulo de salud sobre diversas patologías, desde salud sexual hasta materno infantil. Según explica Anne Guionnet, psicóloga de la unidad, se les formó en técnicas de mediación e interpretación cultural relacionadas con la medicina, el sexo, las diferentes culturas, y "temas de religión. Para ello, vino una persona del centro islámico y un sacerdote para que conozcan los rituales". Durante las prácticas -dos meses y medio- que finalizan a finales de mes, el equipo de 18 personas se ha dividido en dos grupos para la interpretación y los viernes se han supervisado los casos en los que han intervenido. Hasta ahora han realizado 152 intervenciones.

Los alumnos "también han participado en unas charlas de prevención sobre VIH y otras patologías infecciosas" que se realizan desde el servicio, dice Guionnet. El proyecto ha sido financiado por la Fundación Pfizer, y en el curso teórico también ha colaborado el Ministerio de Sanidad, comenta Miriam Navarro, coordinadora de la parte sanitaria.

"Ir al hospital para los inmigrantes supone un problema por la cultura y por el idioma, sobre todo para los africanos y los que no tienen papeles. Cuando vienen al hospital se asustan y creen que se les va a entregar a la policía. Estamos aquí para ayudar, y lo que le tenemos que transmitir al paciente es lo que el médico dice. Somos un puente para ellos. Así gana la comunidad inmigrante y la española", afirma Alban Kovakov, uno de los alumnos, que procede de Costa de Marfil.

Confianza y comunicación
"Tengo un amigo de Costa de Marfil que después de venir al hospital no quería volver más. Me dijo que los médicos sólo querían sacarle sangre y ya está. Estuve hablando con él y ahora está recibiendo su tratamiento, pero antes no quería porque no existía un entendimiento entre él y los profesionales y creía que los médicos querían sacarle sangre para venderla. Con este curso aprendemos a explicarles y a hacerles entender para qué sirven las pruebas. Es un proyecto muy importante, si un médico no se entiende con su paciente no puede tratarle", dice Youssouf Kalé, de Costa de Marfil.

Kovakov, Maxime Diedhou, de Senegal, y Rajae Elkertat, de Marruecos, tienen muy claro que cuando el paciente y los mediadores pertenecen a la misma raza, se establecen lazos de confianza, comprenden mejor las cosas, y se mejora la satisfacción de los pacientes. "No sólo es interpretar sino explicar las diferencias entre los sistemas sanitarios, cómo funcionan las cosas, y crear más confianza", puntualiza Guionnet.

"Antes del curso hacíamos la interpretación con familiares, pero la teoría nos ha venido muy bien porque nos han dado una formación para saber cómo hacerlo de la manera correcta", explica Anahit Harutyunyan, de Armenia. "El proyecto ayuda a convivir. He conocido a muchas embarazadas que durante toda la gestación se quedan en casa y no van a ningún médico pase lo que pase, porque no se saben comunicar. En el caso de algunas mujeres a veces no quieren que les atienda un hombre. Se trata de explicarles que es un profesional, que no tiene nada que ver con el mundo, y convencerlas", explica Elbertat. Además, "si te comprenden se convierte en un hospital más humano", puntualiza Alban.

La labor de los mediadores también implica instruir a los profesionales aspectos culturales o religiosos. Por ejemplo, respecto al Ramadán, "deben explicar qué es, la posibilidad de adaptar las medicaciones a las horas libres de ayuno, así como el hecho de que los enfermos y las embarazadas no tienen la obligación de cumplirlo", explican Guionnet y Elbertat.

Para los alumnos y los organizadores hay algo que está muy claro: la figura del mediador se tendrá que institucionalizar. "Si la inmigración sigue aumentando, será imprescindible". En el área del Hospital Ramón y Cajal, entre el 15 y el 20 por ciento de la población es inmigrante, y el centro asiste al aeropuerto de Barajas, tanto a los extranjeros en tránsito como a los que viajan a Madrid, explica Martínez. Para él lo ideal sería contar en plantilla con un grupo estable que ayudara a solucionar los problemas asistenciales. De hecho, el objetivo final es, con la ayuda de la Consejería de Sanidad de la comunidad, contar con un protocolo de actuación en dos niveles. Para el primero, la consejería ha facilitado unos teléfonos móviles con un sistema de traducción simultánea para su uso en urgencias, con la ayuda de la Fundación Caja Madrid, y en el segundo nivel entraría en juego consolidar un grupo de mediadores.

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