Por ello se dedican a recoger bicicletas que están viejas o estropeadas, las adecentan y su objetivo más próximo es enviarlas a uno de los diez países más pobres del mundo, Madagascar. Es una isla fuera de todas las rutas turísticas y comerciales en la que más de la mitad de la población vive con menos de un euro al día. Está separada del continente africano por el canal de Mozambique.
"De momento tenemos veinte, pero esperamos recibir muchas más de otras entidades colaboradoras y de particulares en las próximas semanas para enviarlas a finales de junio allí", como explicó José Boix a 20 minutos, uno de los impulsores de la propuesta. Aparte de enviar las bicicletas, también van a mandar material para que cuando se les pinche una rueda o se les estropeen los frenos, por ejemplo, sepan repararlo.
"Nuestra misión no es sólo mandarles bicicletas, si no que en caso de que se les estropee sepan cambiar las piezas. Es una manera de ayudarles, ya que si sólo les damos la bici, al cabo de unos meses estarán igual", explicó José Boix. Además, no descartan la posibilidad de crear un taller de reparación y reciclaje en destino, mediante la capacitación de personal residente desfavorecido, creando una pequeña infraestructura de economía básica, obteniéndose un desarrollo mucho más perdurable, que trascienda la mera entrega.
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