Desde luego si no fuera por la increible labor que realizan diariamente cientos de médicos y sanitarios en el continente africano, las cifras de muertos y enfermos se multiplicarían. Un ejemplo del trabajo que llevan a cabo los sanitarios extranjeros en África lo tenemos en el equipo de cirujanos, enfermeras y anestesistas -profesionales especializados en pediatría- de los hospitales Gregorio Marañón y Niño Jesús que cada año se desplazan a Guinea Ecuatorial para sanar a cientos de niños enfermos.
Os pongo la información que publica ABC sobre la labor de estos profesionales que es digna de admirar.
Operan de sol a sol hasta veinte veces al día. Se han tenido que apañar con la luz de una linterna, bajo un calor y una humedad de justicia y, encima, con cuidado para que no les pongan una bombona de butano en vez de la de oxígeno. Esto, claro, no pasa en España. Pero sí en Bata, en Guinea Ecuatorial.
Muchas familias les esperan como agua de mayo; otras, no. Tanto es así que, en ocasiones, también han tenido que bregar con la brujería. Pero ellos lo cuentan como una anécdota más. Están curados de espanto. Por ver, han visto hasta un cerdo y unas gallinas «facturados» saliendo por las cintas del equipaje. Pablo Morató, Esther Molina y Agustín del Cañizo son tres de los cirujanos pediátricos. Candelaria Villanueva y Concha Lozano, dos de las enfermeras y Enrique Teigell, el anestesiólogo pediátrico. Ellos nos han contado su experiencia.
Foto: Sigefredo
Muchas familias les esperan como agua de mayo; otras, no. Tanto es así que, en ocasiones, también han tenido que bregar con la brujería. Pero ellos lo cuentan como una anécdota más. Están curados de espanto. Por ver, han visto hasta un cerdo y unas gallinas «facturados» saliendo por las cintas del equipaje. Pablo Morató, Esther Molina y Agustín del Cañizo son tres de los cirujanos pediátricos. Candelaria Villanueva y Concha Lozano, dos de las enfermeras y Enrique Teigell, el anestesiólogo pediátrico. Ellos nos han contado su experiencia.
El proyecto nació en 2001. Ese año la ONG Aldeas Infantiles SOS contactó con alguno de estos doctores del Gregorio Marañón y del Niño Jesús para ver la posibilidad de realizar «expediciones quirúrgicas» y poder operar a niños en Guinea Ecuatorial. El panorama era desolador. Allí, el índice de mortalidad infantil es elevado. Los críos se mueren por cualquier infección, pero nuestros especialistas madrileños se resistían a que ningún chaval falleciera por una hernia estrangulada, o por una apendicitis.
«Visitamos todos los hospitales y clínicas de Malabo y de Bata. Fue decepcionante. Era imposible operar en esas condiciones. No había oxígeno, no funcionaba la máquina de esterilizar, los guantes se reciclaban, el índice de infección de cirugía limpia era del 75 por ciento... ¡Un horror!», cuenta el doctor Morató, del Niño Jesús.
No desistieron. Por fortuna, les enseñaron el recinto de Aldeas Infantiles SOS de Bata. Allí, además de las casas de acogida, tenían un colegio. Y lo mejor: un centro de salud, un paritorio y una sala de ingresos. Un lujo. Con unos pequeños arreglos para mantener la esterilidad se había cumplido su sueño: un quirófano operativo.
Así empezaron. Así siguen todos los años. La expedición se realizan cada seis meses, puntual a su cita. A veces, han tirado de sus días de vacaciones. No les importa. Van alegres y trabajan duro. Vuelven con «bajón» porque, sin un seguimiento adecuado, «puede pasar lo peor», comenta la doctora Molina, del hospital Gregorio Marañón.
Texto: Mª Isabel serranoCada vez que van a Bata están unos nueve días. Ven a casi mil pacientes y llegan a 300 consultas y a las 150 operaciones. Lo mejor, dicen todos, es la cara de satisfacción y de agradecimiento que les ponen los chavales a los que curan. Los medicamentos y el material sanitario ya van llegando con más regularidad, a través del Gobierno regional. De lo que más se opera a los niños de Bata es de hernias inguinales y umbilicales, circuncisiones, orquidopexias, apendicectomía y descenso anorrectal.
«Cuando se van de alta, les damos un regalito del «todo a cien» y ellos lo guardan como si fuera un tesoro», cuenta Morató. Lo que más cala en el corazón de estos sanitarios es el gesto de gratitud de los niños. Es el mejor pago. Así pasa, que todos quieren volver.
Foto: Sigefredo
1 comentario:
Es admirable la labor de alguna gente, ojalá hubiese más para ayudar a más gente.
Laura.
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