Más de 117.000 personas se han visto obligadas a desplazarse en los últimos días para salvar su vida en Mogadiscio, la capital de Somalia, que vive los peores brotes de violencia desde hace años, alerta el Fondo de la ONU para la Infancia (Unicef), que eleva a más de 1,2 millones los desplazados en el centro y sur del país. Una de las principales preocupaciones es el alarmante incremento de las tasas de desnutrición, ya que uno de cada seis menores de cinco años está gravemente malnutrido.Unicef advierte sobre el incremento de las tasas de desnutrición, enfermedad que afecta a uno de cada seis menores.
"La violencia no cesa, por lo que se teme que haya más víctimas y más movimientos de población. Además, los almacenes y oficinas de Unicef en Jowhar han sido saqueados y llevan semanas ocupados por grupos antigubernamentales. Esto pone aún más en peligro el bienestar y la supervivencia de miles de niños y niñas en la zona", advierte el organismo.
Somalia es uno de los dos únicos países del mundo que no ha ratificado la Convención sobre los Derechos del Niño. "La situación del país es caótica, sin un gobierno estable que pueda, no sólo ratificar un acuerdo internacional, sino garantizar en la práctica los derechos de los niños y niñas que habitan el país", señala Unicef. Desde hace 18 años, las continuas luchas entre los jefes tribales y la imposibilidad de que prospere ningún gobierno impiden la puesta en marcha de políticas públicas orientadas a la infancia. Los niños y niñas somalíes ni siquiera disfrutan de un sistema educativo reglado y miles de jóvenes han llegado a la mayoría de edad sin haber conocido la estabilidad política ni la paz.
Durante los muchos años de inestabilidad, una amplia red constituida por más de 100 Ong's ha dependido cada vez más de los suministros y la ayuda técnica de Unicef para poder prestar todo tipo de servicios sociales, desde los de salud y nutrición hasta los de educación y protección. Esa red "está ahora al borde del colapso" debido al saqueo de las dependencias de la agencia de la ONU en Jowhar y a los constantes actos de hostilidad contra los trabajadores de ayuda humanitaria, expuso Hannan Suleiman, representante de Unicef en Somalia.
"Se trata de suministros que pueden representar la diferencia entre la vida y la muerte", indicó Wafa Saeed, jefa de la oficina sobre el terreno de Unicef. Además, el saqueo ha paralizado la puesta en marcha de la segunda ronda de una campaña de salud que iba a beneficiar a 1,2 millones de menores de cinco años y a 840.000 mujeres.
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