Para echar una mano al continente africano o a sus habitantes, para demostrarle aprecio y reconocimiento no hace falta salir de casa. La muestra está en casos como el que leí ayer en la prensa. El pueblo de Aldán en el municipio de Cangas do Morrazo (Pontevedra) se moviliza para intentar que un jóven de Mauritania no sea repatriado a África.
Hassane Moctar Gaye, inmigrante mauritano de 24 años, lleva tres años viviendo en España de forma ilegal, es uno de los miles de "sin papeles" que residen en nuestro país y ahora se enfrenta a un juicio que podría obligarle a regresar a Mauritania.
En Mauritania nunca fue a la escuela y desde los 9 años estuvo trabajando como marinero con sus hermanos. Entró en contacto con una persona que le hizo un hueco en una patera para abandonar el país rumbo a España, la tierra prometida. Fueron 5 días de travesía, con 36 personas, de entre 18 y 30 años, a bordo de una embarcación que con las olas se abrió. Fueron detectados por la Policía y trasladados a comisaría y a la Cruz Roja. Tras ello, Hassane fue trasladado con el grupo a un centro militar en Fuerteventura desde donde parte de ellos fueron repatriados y otros, entre ellos Hassane, trasladados en avión a Madrid. Tras pasar por la comisaría les dijeron que se buscaran la vida en la capital de España, dice este inmigrante. En la ciudad vivió a la intemperie hasta que una persona le compró un billete de autobús para Almería.
Ahí empezó la carrera de Hassane como jornalero en los invernaderos de esta provincia y de Huelva, Jaén, Valencia, Murcia o Gerona. Recogió tomates, pimientos, cerezas, aceitunas, naranjas, limones o plantó patatas en grandes hectáreas de Gerona. Por esos trabajos ganaba 30 euros al día. Donde mejor vivió dice que fue en Granada y como albañil en una obra en Fuengirola. Lo contrató una persona porque ayudó a apagar el fuego de la casa de un hijo. Pero la obra acabó y entonces cogió un autobús para Galicia. Llegó a Vigo en verano de 2007 y cómo en la Casa del Mar no había habitación libres vivió en Cáritas en el municipio de Marín.
En Mauritania nunca fue a la escuela y desde los 9 años estuvo trabajando como marinero con sus hermanos. Entró en contacto con una persona que le hizo un hueco en una patera para abandonar el país rumbo a España, la tierra prometida. Fueron 5 días de travesía, con 36 personas, de entre 18 y 30 años, a bordo de una embarcación que con las olas se abrió. Fueron detectados por la Policía y trasladados a comisaría y a la Cruz Roja. Tras ello, Hassane fue trasladado con el grupo a un centro militar en Fuerteventura desde donde parte de ellos fueron repatriados y otros, entre ellos Hassane, trasladados en avión a Madrid. Tras pasar por la comisaría les dijeron que se buscaran la vida en la capital de España, dice este inmigrante. En la ciudad vivió a la intemperie hasta que una persona le compró un billete de autobús para Almería.
Ahí empezó la carrera de Hassane como jornalero en los invernaderos de esta provincia y de Huelva, Jaén, Valencia, Murcia o Gerona. Recogió tomates, pimientos, cerezas, aceitunas, naranjas, limones o plantó patatas en grandes hectáreas de Gerona. Por esos trabajos ganaba 30 euros al día. Donde mejor vivió dice que fue en Granada y como albañil en una obra en Fuengirola. Lo contrató una persona porque ayudó a apagar el fuego de la casa de un hijo. Pero la obra acabó y entonces cogió un autobús para Galicia. Llegó a Vigo en verano de 2007 y cómo en la Casa del Mar no había habitación libres vivió en Cáritas en el municipio de Marín.
Un día sentado en la alameda alguien le llamó desde un coche: “Hassane, soy Manolo”. Era un marinero con el que había trabajado en el “Gloria Brasil” pescando pez espada y tiburones. Fue cuando Cáritas le ofreció matricularse en la Escuela Náutica de Bueu y en donde conoció al hijo de la familia de Aldán que finalmente lo acogería. Mientras tanto se ganaba la vida acudiendo al muelle para ayudar a marineros.
La primera vez que acudió a una escuela en su vida fue el año pasado en Bueu. Lo hizo en la Escuela Náutica porque quería tener el título para trabajar como marinero, aunque su situación de “ilegal” en el país le ha impedido continuar. Aún hoy le cuesta escribir pero habla bien el castellano y, sin embargo, reconoce, con humildad, que no encuentra palabras para lo que está haciendo por él la familia Veiga, de Gandón, en la parroquia canguesa de Aldán. Esta familia lo acogió y con ella vive desde octubre pasado, en una casita dentro de la finca.
El próximo día 12 el joven se enfrenta a un juicio en Pontevedra para repatriarlo a su país. Toda la familia Veiga, con el apoyo de numerosos vecinos de Aldán, ha iniciado una campaña de recogida de firmas por el municipio para evitar esta repatriación. “Es una persona agradable, sociable, dispuesta a ayudar, crítico con el machismo de su país y siempre dice que su meta es conseguir algo para su madre, sus 9 hermanos y su hijo de 4 años al cuidado de ella”, dice Jessica Veiga, hija del patriarca de la familia.
“Todo el mundo me trata bien”, señala agradecido este inmigrante que teme la repatriación: “Mi madre me dice que hay que tener esperanza, que si quiero que me respeten hay que respetar. No sé cómo voy a pagar a la familia de Aldán”, comenta Hassane.
“Todo el mundo me trata bien”, señala agradecido este inmigrante que teme la repatriación: “Mi madre me dice que hay que tener esperanza, que si quiero que me respeten hay que respetar. No sé cómo voy a pagar a la familia de Aldán”, comenta Hassane.
* Fotos: G. Núñez (Faro de Vigo)
1 comentario:
Por la dichosa nueva ley esta familia puede ser multada de 500 a 10 mil euros por acoger a un sinpapeles, es indignante, en lugar de premiar la solidaridad se toman medidas contra gente que acoge y contra inmigrantes que solo quieren trabajar y ganarse el pan dignamente para mantener a sus familias.
Esperemos que todo se solucione a favor de Hassane, aunque lo dudo porque sería crear precedentes y no interesa en esta sociedad tan incivilizada.
besos Fátima
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