Esperemos que la llegada de Obama a la Casa Blanca suponga un cambio mundial, al menos eso es lo que esperan millones de personas. Tanta esperanza puesta en el primer afroamericano que llega a la presidencia estadounidense ha generado enormes expectativas políticas y sociales. Esa multiculturalidad presente en la familia Obama también estuvo latente en el acto de investidura, creo que nunca se habían visto tantos rostros negros en la zona presidencial como en esta ocasión. Personalmente me alegro de que las cosas comiencen a cambiar o por lo menos eso es lo que patrece que va a ocurrir. Espero no equivocarme.
Os pego esta información de El Universal:
De Kenia llegó la anciana abuelastra del presidente. Primos viajaron desde el pueblo de Carolina del Sur donde el tatarabuelo de la primera dama nació todavía en la época del esclavismo, mientras que el pariente que es rabino llegó de la sinagoga donde apenas había conmemorado el cumpleaños de Martin Luther King.
También estuvieron presentes los hermanos del presidente y la primera dama: la media hermana estadounidense de origen indonesio de él, acompañada de su esposo chino-canadiense, y el hermano de ella, un hombre de raza negra y esposa blanca.
También estuvieron presentes los hermanos del presidente y la primera dama: la media hermana estadounidense de origen indonesio de él, acompañada de su esposo chino-canadiense, y el hermano de ella, un hombre de raza negra y esposa blanca.
El presidente Barack Obama rindió juramento el martes rodeado por su familia extendida, un clan que habría conmocionado a pasadas generaciones de estadounidenses y que en forma instantánea alteró la imagen de una primera familia para las generaciones del futuro.
Al reunirse para dar el paso final de la familia en su viaje de Africa y el esclavismo hacia la Casa Blanca, construida por esclavos, el grupo parecía surgido directamente de las memorias de Obama: no más la parentela dispar de un hombre preguntándose cómo encajar, sino la personificación de la promesa de cambio del nuevo presidente.
Por más de dos siglos, Estados Unidos ha sido profundamente más diverso que sus familias gobernantes. Ahora la familia Obama ha volteado la situación, con un elenco multicolor que no se parece casi en nada a sus predecesores abrumadoramente blancos, abrumadoramente protestantes.
La familia de la cual surgieron Obama y su esposa, Michelle, es negra y blanca, y asiática, cristiana, musulmana y judía. Hablan inglés, indonesio, francés, cantonés, alemán, hebreo; lenguas africanas del swahili al luo y el igbo, y hasta algunas frases del creole que se hablaba en las tierras bajas de Carolina del Sur. Muy pocos son adinerados, y algunos --como Sarah Obama, la abuelastra cuya choza apenas fue electrificada-- son bastante pobres.
“Nuestra familia es nueva en relación con la Casa Blanca, pero no creo que sea nueva en relación con el país”, indicó Maya Soetoro, la media hermana menor del presidente, en una entrevista la semana pasada. “No creo que la Casa Blanca haya reflejado siempre las texturas y sabores de este país”.
Aunque el mundo reconoce la llegada del primer presidente afroestadounidense, la historia es una narrativa más compleja sobre inmigración y movilidad social, y sobre la integración de una de las últimas instituciones divididas en Estados Unidos: la familia. Es un relato de autodeterminación, lleno de rechazos a seguir el camino impuesto por la historia, la religión o las familias.
Además de su educación de primera calidad, el nuevo presidente ingresó a la política sin ninguna de las ventajas de sus predecesores: sin un apellido famoso, sin padres acaudalados para financiar aventuras políticas de juventud y, de hecho, prácticamente sin padre. Obama forjó entonces su carrera política de la nada, con libros que lograron récords de venta y apretadas contiendas por puestos públicos, dejando a sus familiares estupefactos al ver hasta dónde los ha traído.
“Es una conmoción que haya un presidente negro”, indicó en una entrevista el hermano de Michelle Obama, Craig Robinson. “Y encima somos familiares; y además es mi cuñado. Es algo sobrecogedor; apenas puedo pensar en ello”.
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